Todos sabemos que un hombre es un campeón si se acuesta con muchas mujeres. ¿Pero y nosotras? Vaya famita que nos ganamos. Zorra, golfa, perra, ramera, gata, atrevida, cualquiera. De seguro, todas hemos sido calificadas con uno de estos adjetivos alguna vez en nuestras cortas vidas. ¿Pero qué es lo que hace tanta y tan notoria la diferencia entre hombre y mujeres cuando de sexo se trata?
No todo es cuestión de reputación (salvo algunos casos). A
veces, alguna falsa acusación o la envidia de otra mujer pueden provocar esta
fama. De seguro eres una maldita perra
por estar hablando casualmente con el novio de otra. La forma de vestir es otro
factor que contribuye con estos adjetivos, puesto que la apariencia es
importante para la gente y las sociedades superficiales: fácilmente te puedes
ganar lo “gata” si usas un escote o una minifalda que deje ver un poquito más
de piel.
Me produce gran impotencia cuando una mujer es llamada
“zorra” solo por hablar de sexo; como si las calladitas fueran unas santas, cuando
de seguro, son las peores. Al hablar abiertamente de estos temas –cosa que a su
servidora se le da fácilmente- la sociedad te tacha de ninfómana, o como si
hubieras hecho todo tipo de cosas innombrables, cuando no debería ser motivo de
incomodidad o vergüenza.
¿Porqué
las mujeres no podemos disfrutar del sexo como los hombres? Por ahí leí alguna
vez que “una llave que abre varias cerraduras, es una llave maestra, pero una
cerradura sólo puede ser abierta con una llave.” No es justo.
Supongo que a todas nos da miedo esta etiqueta. Y lo
irónico es que la mayoría de nosotras (y tal vez esté equivocada, pero estoy
bastante segura de que no) hacemos esas cosas de zorra cachonda. Nos tomamos
fotos. Enviamos mensajes. Nos desnudamos. Tenemos vaginas. Las usamos. Algunas
de nosotras incluso disfrutamos de su uso. A las mujeres también nos gusta el
sexo, también nos gusta disfrutar y es injusto no poder hacerlo porque que la
sociedad nos delimite.
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